
La gastronomía latina vive una época de oro, conquistando paladares más allá de sus lugares de origen. Un claro ejemplo es la quesabirria, un platillo que ha pasado de ser un gusto local a un fenómeno culinario, especialmente popular en la frontera con Estados Unidos. Este manjar es la prueba de cómo un sabor auténtico puede inspirar historias de éxito y crear nuevas tradiciones, como la que hoy se escribe en Chapel Hill con un restaurante que encapsula el “efecto latino”.
La Quesabirria: Un Antojo que se Hizo Leyenda
Para entender este fenómeno, primero hay que conocer a su protagonista. La quesabirria es una evolución de la tradicional birria. Su magia reside en la perfecta combinación de carne deshebrada, cocinada por horas en un caldo especiado y picosito, que se funde con una generosa cantidad de queso dentro de una tortilla. Pero el secreto está en el primer paso: la tortilla se baña por ambos lados en la grasa del consomé y se dora en el comal. Una vez que el queso se derrite y abraza la carne, se dobla con maestría y se sirve. La experiencia no está completa sin un plato del mismo caldo para “choppear” y una buena salsa. Así, lo que era un taco se convierte en una experiencia completa.
Aunque la birria de res estilo Tijuana es la más popular para esta preparación, en México existen innumerables versiones. Este platillo se disfruta en tacos suaves, dorados, burritas o incluso en el famoso “birriamen”, pero es la quesabirria la que se ha robado el corazón de miles, convirtiéndose en el remedio ideal para el hambre, las penas y la resaca.
La Ruta de la Auténtica Quesabirria en la Ciudad de México
En la capital del país, varios lugares son templos dedicados a este platillo. En la Birriería Tijuana, te reciben con un letrero en “spanglish” que advierte: “No puedes hacer a todo el mundo feliz, you are not a quesabirria”. Aquí, el sazón fronterizo es el rey, ofreciendo desde el taco clásico hasta la quesabirria en su máxima expresión.
Por otro lado, Tacos Don Juan, un clásico de la colonia Condesa, transforma su menú los fines de semana para ofrecer una birria potente, servida en tacos o en quesabirrias repletas de queso y coronadas con una salsa que despierta todos los sentidos.
Y para quienes buscan una experiencia diferente, Birria Michoacaníssimo ofrece una versión que honra su nombre. Aquí la quesabirria no es de res, sino de chivo, siguiendo la receta tradicional de Michoacán con más de 70 años de historia. En su menú la encontrarás bajo el nombre de “quesadilla con carne”, un clásico que existía mucho antes de que se volviera una moda.
The Latin Effect: El Sabor de un Continente en un Restaurante
Este furor por la comida auténtica es precisamente lo que ha impulsado a emprendedores en Estados Unidos. Un ejemplo perfecto es The Latin Effect, que acaba de abrir sus puertas en un local permanente en Chapel Hill, Carolina del Norte, después de conquistar la región con su food truck desde 2020.
El proyecto es liderado por el matrimonio de Alberto y Rebecca Chedrani. La inspiración surgió tras visitar un evento de food trucks. Fue entonces cuando Alberto decidió tomar clases para gestionar su propio negocio y perfeccionó las recetas hondureñas de su madre para crear algo único.
El nombre del restaurante lo dice todo. “Hay muchos restaurantes hispanos, pero lo que nosotros ofrecemos son platillos de cinco países diferentes: Honduras, El Salvador, Guatemala, Venezuela y, por supuesto, algunas opciones de México”, explica Alberto. Su objetivo es traer a la comunidad de Chapel Hill un mosaico de sabores que usualmente no se encuentran juntos en un mismo lugar.
De un Food Truck a un Negocio Establecido con Sazón Casero
Alberto Chedrani comenta que, según otros colegas, operar un food truck es incluso más difícil que un restaurante establecido, por lo que se siente preparado para este nuevo reto. Uno de sus mayores orgullos es que sus dos cocineras principales son mujeres. Noemi Valle, quien ha trabajado con la marca por tres años, es una pieza clave en el éxito del nuevo local. Para ella, el secreto de The Latin Effect es su comida casera y llena de sabor, y confiesa que su platillo favorito para preparar son las pupusas salvadoreñas.
El restaurante ya está atrayendo a clientes curiosos como Bibien Fragozo, quien se enteró de la apertura por redes sociales y fue atraída por la diversidad del menú centro y sudamericano. Alberto y su socio, Happy Rathore, están especialmente emocionados por conectar con la comunidad estudiantil, ofreciendo un lugar donde puedan ver partidos en la televisión mientras disfrutan de una buena comida, e incluso planean ofrecer servicios de catering para los clubes universitarios.
“Para mí, lo más importante es el servicio al cliente y construir relaciones”, afirma Alberto. Con esta filosofía, The Latin Effect no solo vende comida, sino que ofrece una invitación a explorar la riqueza de la cocina latina, demostrando que un buen platillo puede tener un efecto duradero en la comunidad.