
Un verano caótico para el arte europeo
El arranque de la temporada alta turística en Europa ha encendido las alarmas en varios de sus museos más importantes. En Florencia, Italia, un visitante del museo Uffizi dañó una pintura del siglo XVII al retroceder mientras intentaba imitar la pose del retratado, Ferdinando de’ Medici, para tomarse una selfie. El incidente fue la “gota que derramó el vaso” para el director del museo, Simone Verde, quien denunció públicamente el comportamiento de ciertos turistas.
Situaciones similares se han repetido en otras instituciones. En el Palazzo Maffei de Verona, otro turista rompió una silla cubierta de cristales Swarovski en un intento fallido de posar para una foto, mientras que en el Museo del Louvre en París, el personal se fue a huelga para protestar por el hacinamiento y los problemas ocasionados por el exceso de visitantes enfocados en las redes sociales.
Una tendencia que pone en peligro el patrimonio cultural
Simone Verde advirtió que la obsesión por capturar imágenes para redes sociales está desplazando el verdadero propósito de visitar museos. “El problema de los visitantes que vienen solo para hacerse selfies o memes es cada vez más común”, afirmó. Los museos, que tradicionalmente eran espacios de contemplación y aprendizaje, ahora enfrentan la tarea de proteger su patrimonio frente a turistas más interesados en tomarse fotos que en apreciar el arte.
Según la profesora Marina Novelli, directora del Centro de Investigación Avanzada en Turismo Sostenible de la Universidad de Nottingham, este fenómeno representa un cambio profundo en el comportamiento de los visitantes. “Antes los turistas querían ver ciertas obras en persona; ahora llegan con una ‘lista de selfies’ de lugares donde desean aparecer en las fotos”, explicó. Para muchos, los museos se han convertido en escenografías para redes sociales, dejando de lado el respeto por el arte y los espacios culturales.
El contraste británico: un modelo de visión a largo plazo
Mientras museos del continente lidian con estas complicaciones, en el Reino Unido, la galería Tate ha dado un paso en otra dirección. Con el lanzamiento del “Tate Future Fund”, la institución busca construir un fondo de dotación de £150 millones para 2030, con el objetivo de garantizar el financiamiento continuo de exposiciones, investigación y actividades educativas.
Hasta la fecha, la campaña ha recaudado ya £43 millones provenientes de donaciones individuales, fundaciones y miembros de su consejo. Entre los benefactores figuran Bloomberg Philanthropies, Jack Kirkland, la Fundación Manton, y Jorge y Darlene Pérez, entre otros.
Una iniciativa sin precedentes en el ámbito cultural británico
Maria Balshaw, directora de la Tate, destacó que aunque en el Reino Unido existen fondos similares en el ámbito educativo, ninguna institución cultural ha emprendido una campaña tan ambiciosa como esta. “Nuestros pares en Norteamérica —como el MoMA o el Met— cuentan con fondos que les permiten resistir cambios económicos y planificar a largo plazo. Queremos alcanzar ese nivel de estabilidad”, señaló.
El anuncio oficial del fondo se realizó durante la gala por el 25 aniversario del Tate Modern, con la presencia de más de 600 artistas y filántropos. El evento recaudó más de £1 millón en una sola noche. Además, las celebraciones en mayo atrajeron a más de 76,000 visitantes en un fin de semana, el 70% de ellos menores de 35 años. Unos 2,000 se unieron al programa Tate Collective, que ya cuenta con más de 180,000 miembros y se consolida como el sistema de membresía artística juvenil más grande del mundo.
Dos visiones frente a un mismo desafío
Mientras el Tate apuesta por el fortalecimiento institucional y la sustentabilidad a largo plazo, los museos en Europa continental luchan por mantener el orden ante una avalancha de visitantes guiados por la cultura del selfie. La situación plantea un desafío clave para el mundo del arte: cómo equilibrar la accesibilidad masiva con el respeto y la conservación del patrimonio cultural.
La respuesta podría estar no solo en regular los comportamientos dentro de los museos, sino también en educar a las nuevas generaciones sobre el verdadero valor de estos espacios, más allá de su apariencia en una foto de Instagram.